Exilio y retorno de Manuel Velandia, pionero del movimiento LGTB en Colombia.
En 2014, Manuel Velandia fue incluido en el Registro Único de Víctimas de Colombia como el primer homosexual reconocido como víctima del conflicto armado en el exterior.
Foto: Pau González
Foto: Pau González
“Empecé a quemar el libro, es un papel de pésima calidad, tenía ácido; empecé a llorar, a llorar, a llorar, así que fue como terminé haciendo un libro de artista sobre el desamor.”
Foto: Pau González
Una voz ronca y desconocida invade mis oídos
“¡hijueputa lo vamos a matar!”
A cero se reduce la respuesta. (Poema de Manuel Velandia)
Foto: Pau González
Manuel desde su apartamento en Bogotá.
Foto: Laura Inés Contreras.
Foto: Laura Inés Contreras.
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Foto: Silvana Palacios
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Manuel en el Festival Antioquia Vive Diversa.
Foto: Silvana Palacios
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Foto: Pau González
Manuel Velandia encabezó la primera marcha del orgullo gay en Colombia. Hoy, treinta años después, en los que la persecución y el exilio han determinado su vida, Manuel regresa a su natal Colombia para seguir exigiendo los derechos de la población LGTB.
El 28 de junio de 1982 se realizó la primera marcha del orgullo gay en Colombia. El trayecto fue corto y pocos los asistentes. Custodiados por un centenar de policías, 32 personas marcharon por primera vez en las calles de Bogotá, mientras clamaban consignas como: "¡ni guerrilleros, ni antisociales, simplemente homosexuales!". La marcha fue encabezada por Manuel Velandia Mora y León Zuleta Ruiz, que más tarde serían reconocidos como los pioneros del movimiento. “Fue la primera vez hicimos un discurso en una plaza pública diciendo ‘somos homosexuales y tenemos derechos’”, afirma Manuel Velandia.
Este histórico día sentó un precedente, pues a partir de ahí el movimiento LGTB creció y se organizó, en una Colombia que llevaba inmersa más de 50 años en un conflicto armado. En este marco de violencia, defender la diversidad sexual y de género puso y sigue poniendo a personas y organizaciones LGTB en una situación de riesgo.
“Fue la primera vez hicimos un discurso en una plaza pública diciendo ‘somos homosexuales y tenemos derechos’”, afirma Manuel Velandia.
“Los paramilitares hicieron y por desgracia seguirán haciendo limpieza social, de aquello que parezca que daña a la sociedad, y dentro de estos que ‘dañan’ a la sociedad está la población LGTB: algunas lesbianas fueron víctimas de violaciones colectivas; a personas trans, trabajadoras sexuales, las descuartizaron estando vivas; grupos completos en algunas comunas de Medellín fueron vulnerados de todos sus derechos, obligados a desplazarse de la zona; líderes han sido asesinados y otros hemos sido amenazados de muerte y tuvimos que refugiarnos en otros países”, sostiene Velandia.
La guerra permeó en la sexualidad, los cuerpos y las formas diversas de amar. Gais, lesbianas, bisexuales y trans fueron blanco de señalamientos, abusos y violencia por parte de todos los actores armados. Miles fueron asesinados, torturados, desaparecidos y desplazados. El Registro Único de Víctimas (RUV) solo ha reconocido a 2.130 personas LGTBI como víctimas. De éstas, 1.961 fueron despojadas de sus territorios y 125 asesinadas o desaparecidas.
Las constantes amenazas de muerte en su contra, lo llevaron a abandonar el país para refugiarse en España. A su llegada, en 2007, se estableció en Alicante, donde pasó los 12 años de su exilio. Obtuvo el asilo tres años después de su llegada y fue reconocido como la primera víctima homosexual del conflicto armado colombiano en el exterior.
“El primer mes en España fui a la policía a presentar el caso de asilo. El policía me preguntó por qué pedía asilo si venía de un país democrático. Yo le digo al hombre: ´Si el presidente español y el rey fueran conscientes de la vulneración de derechos que hay en Colombia y que el presidente colombiano es paramilitar, no se sacarían fotos con él´”, afirma Manuel.
Los líderes LGTB han enfrentado un doble riesgo: por su defensa de los derechos humanos y por la discriminación hacia su orientación sexual o identidad de género. Uno de los casos más resonados fue el asesinato de León Zuleta, pionero junto a Manuel, una muerte de lo que se sabe muy poco y que hasta hoy está impune.
En 2002, durante el mandato presidencial de Álvaro Uribe, Manuel sufrió un intento de asesinato. “Soy el primer homosexual que es candidato avalado por un partido político. Y estando en esa campaña, lanzan una granada en mi casa. Todos los vidrios se rompieron y un pedazo de la casa se cayó 15 días después”, recuerda. Entonces, Velandia era candidato al Congreso y además de su activismo político, fue pionero en programas de prevención del VIH y se desempeñaba como docente universitario.
Manuel sociólogo, filósofo, docente e investigador, llegó a España con una larga trayectoria como defensor de los derechos humanos. Sin embargo, aquel currículum no fue suficiente para conseguir un empleo estable en el país. “La gente se teje fantasías para ir y la experiencia es muy dura porque llegas y técnicamente solo sabes leer y escribir hasta que homologas tu título universitario. Mi único trabajo en España fue de 9 meses, trabajando con travestis trabajadoras sexuales en la calle. Un trabajo que nadie quería porque era de 9 de la noche a 3 de la mañana”, resalta.
En Alicante, se dedicó al arte y al activismo, creando piezas que resisten, molestan, disienten y son testimonio de lo diverso. Durante estos 12 años, a través del arte y de la investigación no dejó de trabajar en las identidades sexuales, los tránsitos identitarios de género y la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Hizo cuatro máster y dos doctorados. Acompañó el proceso de inclusión de las víctimas LGTB exiliadas en el proceso de paz de La Habana. “Como parte del Foro Internacional de Víctimas, organizamos un Congreso Internacional de Víctimas al que llevamos víctimas de 18 países” cuenta Manuel.
Velandia considera que la inclusión de los testimonios es fundamental porque “hay que visibilizar que fueron condiciones particulares que incrementaron el riesgo de las víctimas. Es importante que se entienda que somos víctimas de la guerra en general, pero somos víctimas por unas condiciones en particular que nos hace doble víctimas”.
Sin embargo, el Acuerdo de paz no ha puesto fin a la discriminación. Más de la mitad de los puntos que incluyen el enfoque de género no se han iniciado y solo el 4% de dichos compromisos se han implementado completamente, según un informe de ONU Mujeres, la Embajada de Suecia, el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame y la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM). Pertenecer a la comunidad LGBT hoy día en Colombia conlleva un riesgo debido a las pocas garantías de seguridad.
El Retorno esperado
A inicios de este año, Manuel tomó la decisión de solicitar el retorno a España, “me aproveché de ese interés europeo en deshacerse de los refugiados”, asegura. Para el retorno Manuel tenía dos opciones “Una modalidad es que tú vas, te compran el ticket y te dan como €450 que es como para que te pagues el taxi allá. La otra, es volver con proyectos productivos. Los proyectos tienen apoyos económicos hasta de €5.000” explica Velandia. Se decidió por la segunda opción presentando un proyecto de fotografía. Al regresar, perdió inmediatamente el asilo y no podrá ir a España en 3 años.
Así como el sufrimiento de dejar el país de origen son inmensos y dolorosos, el retorno no es menos angustiante. Manuel Velandia, se enfrentó a una decisión sin vuelta atrás y regresó a un país donde según el informe Todos los nombres, todos los rostros, publicado por Indepaz y Marcha Patriótica, 702 líderes sociales habrían sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016 hasta la fecha dentro del territorio colombiano.
Obtuvo el asilo tres años después de su llegada a España y fue reconocido como la primera víctima homosexual del conflicto armado colombiano en el exterior
A pesar de las alarmantes cifras y el desconcierto, Manuel se encontró nuevamente empacando sus pertenencias en Alicante, las cuales recolectó en dos maletas y 14 cajas. Hoy, tres meses después de su retorno, expresa sin miedo: “yo tengo claro que uno nunca se muere antes. Que uno se está muriendo todos los días y que no puede dejar de vivir por temor a morirse porque entonces ya está muerto. No puedo dejar de hacer lo que me hace feliz porque ya me mataron”.
La población LGTB reconocida como víctima
El histórico Acuerdo de Paz firmado en noviembre de 2016 por las FARC y el Gobierno colombiano puso fin a más de 50 años de violencia sostenida. Dentro del Acuerdo la perspectiva de género es un eje transversal e incluye a la población LGTB. Este enfoque permite una diferenciación e identificación de los roles que han tenido las mujeres y la población LGTB como víctimas, actores de la sociedad civil y gestores de paz.
Fruto del Acuerdo, se creó la Jurisprudencia Especial para la Paz (JEP), un tribunal de justicia transicional que ha de juzgar los crímenes cometidos durante el conflicto y que, por primera vez en la historia, incluirá el crimen de persecución contra la población LGTB, un crimen de lesa humanidad. La JEP y la Comisión de la Verdad (CEV), son los mecanismos de carácter judicial y extrajudicial creados para conocer la verdad de lo ocurrido en el conflicto armado, contribuir al esclarecimiento de las violaciones cometidas y sentar las bases para la no repetición.
Políticas públicas para la igualdad
30 años después de la primera marcha del orgullo en Colombia encabezada por Velandia y Zuleta, el próximo 28 de junio, tendrá lugar la vigesimotercera bajo el lema “Elijo ser, deseo vivir”.
Pretende ser un espacio para exigir al gobierno acciones y garantías que consoliden el respeto a los derechos humanos para toda la ciudadanía diversa y plural. Para Velandia, es más que una protesta: “La primera fue una marcha. Las de ahora tienen que ser un carnaval. Hay que celebrar que hemos conseguido muchos derechos y que si nos descuidamos podemos perderlos. Hay mucho interés en que los perdamos”.
En las últimas décadas, los colectivos LGTB han conseguido visibilidad y reivindicaciones. Hasta el momento, la Corte Constitucional de Colombia ha proferido 60 fallos en los que reconoce los derechos de la comunidad, pero a pesar de las leyes, la situación de violencia va en aumento. Según un informe publicado por Colombia Diversa, en 2017 se registraron 109 homicidios de personas LGTB y 66 casos de violencia policial, que afectaron al menos a 75 personas. Manuel adjudica esta violencia creciente en parte a la falta de interés político y explica: “la población LGTB no existe en el presupuesto económico nacional para este año. Dejamos de existir y eso es gravísimo.”
El pasado 9 de abril, a poco más de un mes de su retorno, Manuel habló en el Congreso Colombiano como la primera víctima homosexual en el exilio, durante un evento en el que víctimas de todo el territorio colombiano relataron sus testimonios. Una de las principales peticiones de la jornada fue la ampliación de la ley de reparación a las víctimas, que vence en dos años, para que se puedan incorporar todos los testimonios. Entre los presentes en el Congreso se encontraba Álvaro Uribe, quien era presidente de Colombia cuando Manuel sufrió el atentado.
Velandia recordó en su discurso la importancia de darle espacios a las víctimas de violencia sexual para que expresen su dolor. “Los delitos sexuales parece que son cosas de las que se debe hablar en voz baja.”, dijo Manuel aquel día, “nos parece fundamental tener un espacio para ser escuchados, para que las personas puedan contar de viva voz y con todo el dolor de su corazón que hemos sido víctimas.”
De ese día, Manuel recuerda la poca atención que algunos políticos pusieron a las víctimas: “Cuando las víctimas estaban hablando, todos estaban en la tablet, en el móvil hablando, se paraban y salían. Ser víctima, poder ir al Congreso, hablar y que no te escuchen, es una mierda. Yo sentía dolor ajeno.”
‘Artivismo queer’
Uno de los grandes cambios para Manuel en Colombia, ha sido la ruptura con su rutina artística. “Esa es una faceta que yo construí allá. Aquí había hecho algunas cosas, pero toda esa vida se construyó allá” asegura Manuel, que continúa con su artivismo queer, performances y fotografía. Ahora en Bogotá busca un espacio para seguir desarrollando su obra. “A mi me encantaría que aquí me pensaran artista colombiano,” cuenta Manuel, “porque aquí no soy un artista, aquí soy un marica desconocido para muchos.”
Para él, “el artivismo queer es la posibilidad de transgredir el deber ser como una experiencia desde el cuerpo. Mi personaje es alguien que se levanta un día por la mañana y se pregunta y yo qué soy, ¿hombre o mujer? ¿Qué quiero ser? Y decide que no tiene que ser ni lo uno ni lo otro, sino que puede ser las dos, o no ser nada”. En este sentido, Velandia considera que "la sexualidad no es una cosa fija. Creo que todavía las relaciones están pensadas en las genitalidades normativas. He experimentado encontrarme en una reunión con chicos trans donde la feminidad soy yo, cosa que no me molesta porque al final creo que no somos ni masculinos ni femeninos sino un continuo fluir de ambas cosas".
"Me encantaría que aquí me pensaran artista colombiano porque aquí soy un marica desconocido para muchos".
Manuel ha regresado a Bogotá, pero en cierta manera sigue siendo un exiliado, pues el tiempo ha pasado también en el lugar que dejó, como él mismo explica: “La diferencia del regreso es que eso de alguna manera ya había sido tuyo. Pero la vida de los amigos, la vida de la sociedad, la vida de la norma continúa y llegas a un territorio que no es tuyo.”
El 28 de junio se le entregó el Galardón León Zuleta y fue homenajeado en Medellín. Fue el invitado de honor en la marcha del orgullo, en la que desfiló acompañado por más de 32 personas.
>>Escucha aquí el relato completo de su exilio<<<<
Lugar de Origen: Colombia.
Lugar de Exilio: España.
Retorno: 2019